miércoles, 25 de octubre de 2017

Seres mitológicos de Argentina



Algunos personajes sobrenaturales recopilados por Adolfo Colombres en su libro Seres mitológicos argentinos, editado por Colihue.

Almita

Alma que vaga por el mundo, no necesariamente penando. Emite un silbido semejante al del pájaro del mismo nombre, que habita en el  norte del país. Anda sobre todo de noche. En el día de los muertos suele arrimarse a las casas con su triste silbido, y se pasea por los alrededores de los cementerios en que yace su antigua envoltura carnal. Las almas de los niños pían más finito.

El Familiar



Se conoce al perro como el fiel amigo del hombre, pero también puede ser un eficiente embajador del Diablo, el terrible guardián de los pactos que se celebran con él. Quién no oyó hablar del mítico Cancerbero, el de tres fauces, ojos rojos, pelos negros y cerdosas y grandes uñas, que guardaban la casa de Hades. Si bien este mito se remonta a los más antiguos estadios de la civilización greco-latina, nuestro Familiar tiene rasgos propios que le dan plena ciudadanía en nuestra cultura.
Entre nosotros, en su imagen más difundida, es también un perro negro (el color de la muerte y el pecado), de refulgente mirada (hay quien dice que echa fuego por la boca y los ojos) y largas uñas, capaces de desgarrar a la víctima en un santiamén, pero nunca de tres cabezas. Aunque con menor frecuencia, toma asimismo la forma de otros animales, como cerdo, viborón (como el que había en la bodega de Cafayate), tigre, puma, oveja, burro, caballo y hasta una mujer. Su aspecto es siempre terrible, pero no se distancia mucho de la naturaleza, se exceptuando el caso de una serpiente de dos cabezas que merodeaba el campo santiagueño.
Cualquiera sea la forma que asuma, el Familiar se alimenta de carne humana. El patrón de estancia o dueño de ingenio (al parecer los únicos que prohíjan a esta animal) tendrá que suministrarle un peón al año, que es su ración mínima, aunque hay pactos que establecen una dieta más nutrida.
La leyenda está muy difundida en Tucumán, Salta y Noroeste de Catamarca, con irradiaciones a Jujuy y Santiago del Estero. Pero por el lugar que ocupa en la vida cotidiana de los campesinos, más que una leyenda parece una realidad. Cualquiera de ellos tendrá siempre mucho que contar respecto a esta encarnación demoníaca.
Dichos perros se multiplicaron mucho hacia fines del siglo pasado, con el auge de la industria azucarera. Los dueños de ingenio se enriquecieron de la noche a la mañana, y la mentalidad popular encontró pronto la explicación. Había ojos de fuego que se paseaban por la noche del cañaveral. Espantosos ruidos de cadenas. Feroces y fugitivas formas que dejaban al pasar un fuerte olor a azufre. Y peones golondrinas que desaparecían pronto, sin despedirse de nadie. Corría entonces el rumor de que en los sótanos o en la chimenea del ingenio había un perro negro. A veces el patrón lo soltaba para que eligiera la víctima de su gusto, en correrías que enloquecían a los demás perros, y que sólo el canto de del gallo podía interrumpir. En otros casos, el solícito industrial le llevaba con engaños al peón, y se lo entregaba. Si el patrón faltaba al pacto, él mismo iba a parar a las fauces del diabólico animal. Y fue tal la difusión de esta leyenda, que el ingenio que no tuviera un Familiar podía considerarse de poca monta.
Nada le hacen al Familiar las balas ni el filo de los machetes. Sólo retrocede ante la cruz del puñal. Es decir, cede al poder del signo y no del arma. Hay quien dice que se opone al progreso, citando como ejemplo al ya famoso Familiar de Santa Ana, de Tucumán, que se echó a las vías del ferrocarril que unía esta fábrica a Río Chico y la red nacional el mismo día de su inauguración, impidiendo el paso del primer convoy. Pero no es legítimo sacar de un solo caso una conclusión general, y más cuando resulta inobjetable que fue el progreso económico lo que hizo crecer el número de estas bestias. ¿No será el Familiar, por el contrario, un símbolo de la faz carnívora de ese progreso?

La llorona

Fantasma del sur de la provincia de Buenos Aires, cuya leyenda parece ser una derivación de la de la Viuda. En México hay una Llorona que se asocia a la aborrecida Malinche. Existen también versiones de la Llorona, con características específicas, en Costa Rica, Colombia, Perú y otros países de América. Se la describe como una mujer vestida enteramente de blanco, sin cara y por lo general también sin pies,, que se desplaza sobre la tierra sin tocarla. Anda siempre gimiendo en la noche, y de ahí su nombre. Su llanto anuncia desgracia. A veces se acerca a una casa, llevando la enfermedad a los sanos y la muerte a los enfermos. Suele cargar con los que encuentra en su camino, para quitarles la vida o enfermarlos. Alzando la cruz del cuchillo o un crucifijo de plata se la hace retroceder. Cuando la oyen gemir los perros enloquecen.
Tal es su caracterización específica, pero como derivación de la leyenda de la Viuda, hay versiones que aseguran que implora ayuda y piedad, y que cuando un comedido se acerca a socorrerla, le saca todo lo que lleva encima, incluso la ropa. Deja de ser entonces un bello y misterioso heraldo de la muerte y la enfermedad, para convertirse en una vulgar salteadora de caminos.

Pueden leer más personajes mitológicos en este LINK y en este OTRO.


2 comentarios:

  1. Hola!! te consulto, no sabes quien realizo los dibujos?? Muy bueno el post!!

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